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jueves, 20 de agosto de 2015

Acosada en la oficina.

El trabajo había tenido ocupada, demasiado ocupada, a Sol todo el día. Ni tiempo a levantar la cabeza del montón de papeles que tenia sobre la mesa. Tanto que cuando un compañero de trabajo le dio las buenas tardes y levantó la mirada para despedirse de él se sorprendió al ver que eran las dos únicas personas que quedaban en la oficina. ¿Dónde estaban todos los demás? ¿Tan tarde era? La pobre suspiró al ver que todavía le quedaba trabajo para un rato. Se tendría que quedar sola en la oficina.
No era la primera vez que le pasaba y se limitó a resignarse y a bajar la cabeza sobre su montón de papeleo y ponerse a trabajar. El sonido estridente del teléfono la sobresalto.
- ¿Si?
- Hola, buenas tardes. Tenemos aquí un repartidor que dice que tiene algo urgente que entregar.
- Pues aquí ya no queda nadie. Estoy yo sola.
- Dice que es para la señorita Sol.
- ¿Para mi? Que raro...Dígale que suba.
- Ok. Le hago subir. Yo tengo que irme ya -responde la recepcionista -. ¿Me hará Usted el favor de cerrar al salir?
- Si. No se preocupe. Yo me encargo.
Una entrega a esas horas de la tarde no era habitual. Y menos para ella. Llevaba 3 años trabajando en aquella oficina y creía recordar que era la segunda vez que recibía una entrega. La vez anterior fue un regalo de un novio que tenía el día de su cumpleaños. Pero hoy no era su cumpleaños.
El repartidor no tardó en llegar hasta la quinta planta en el ascensor. Sol se sorprendió agradablemente al ver a un chico atlético y bastante guapo.
- Hola, buenas tardes. ¿Dónde le dejo esto? -El chico portaba una pequeña caja de cartón.
- Déjelo encima de esa mesa. Ahora lo cojo. ¿Tengo que firmarle en algún sitio?
- Si. Pero si no le importa ¿me puede decir donde esta la maquina de café? Es tarde y me apetece tomar uno.
- Si, claro. Al fondo de ese pasillo.
- ¿Le traigo uno a usted señorita? Se la ve cara cansada.
Sol agradeció el detalle del joven y aceptó la invitación. Cuando el chico se dirigió a por el café volvió a centrarse en su trabajo sin hacer mucho caso al paquete que le habían dejado. Cuando terminara el trabajo tendría tiempo de sobra de mirar el paquete.
El joven no tardó en volver con dos cafés en la mano. Le ofreció uno de ellos y mientras se tomaba el café intentó mantener una conversación con Sol pero esta prestaba más atención a su papeleo que al joven que apuraba en pequeños sorbos su café. Ella hacía lo mismo con el suyo. La verdad es que le vendría bien, se sentía cansada, la cabeza le daba vueltas y los parpados le pesaban. El café le ayudaría a despejarse. El chico seguía hablando a su lado aunque su voz cada vez sonaba más lejana, apenas si entendía lo que le decía. Los parpados le pesaban cada vez más. No lo entendía, tampoco se encontraba tan cansada hacía unos minutos, y el café debería de despejarla no dormiría...salvo que.…¡oh Dios mio!...¿qué había echado aquel joven a su café?
Sin aguantar el peso de su cuerpo cayó al suelo “dormida”
Lo primero que pensó al despertar era que el cansancio le había vencido y se había quedado traspuesta en la oficina. Cuando intentó desperezarse se dio cuenta de que estaba equivocada. No podía mover los brazos. Entonces empezó a recordar. El paquete, el joven, el café. Intentó ponerse en pie sobresaltada pero cayó de bruces al suelo. Entonces terminó de darse cuenta de cual era su situación.
Estaba tumbada en el suelo. Con las manos atadas a la espalda y prácticamente desnuda. Le habían dejado en ropa interior, sólo su tanga de color azul claro y su sujetador a juego tapaban su cuerpo desnudo. El resto de su ropa estaba sobre una silla al otro lado de la oficina.
- Veo que vas despertando -Sol se sobresaltó al escuchar la voz del joven aún a su lado -El café ha hecho el efecto idóneo. Tenemos mucho tiempo para nosotros dos.
- ¡Que demonios haces! ¡Haz el favor de soltarme ahora mismo!
- Que linda te ves cuando te enfadas. Te pasaba también antes pero ahora tienes un cuerpo mucho más apetecible que el que tenías cuando eras adolescente.
- ¿Te conozco? -Dijo Sol sorprendida.
- Claro que me conoces. Lo que pasa es que no me recuerdas. Tú siempre tan engreída y creyéndote superior a todo el mundo es normal que no me recuerdes. Pero yo a ti si. Yo de ti no me he olvidado. Es difícil de olvidar la mujer de la que te enamoras en la adolescencia y que te rechaza tan cruelmente.
- ¿Qué? ¡No tengo ni idea de quien eres! -Sol seguía intentando soltar sus brazos. Las manos le empezaban a arder.
- Claro, como no. Como va a recordar la reina del colegio al pobre desgraciado de la última fila. Como va a recordar la princesa del recreo al gafotas empollón. Como va a recordar la mujer inalcanzable al hombre invisible.
- ¿Marcos? No, no puedes ser Marcos...Marcos era...
- Si, dilo. Marcos era feo. Marcos era gordo. Marcos era el menos popular del colegio. Por eso nadie se acuerda de como a Marcos le rompieron el corazón el último día de curso.
- Pero...pero de aquello ha pasado ya muchísimo tiempo...éramos críos...anda ya esta bien de tonterías de adolescentes. Suéltame ahora y aquí no habrá pasado nada.
- Aún no lo entiendes ¿verdad? ¿Crees que he venido hasta aquí sólo para tenerte un ratito atada y ya esta? ¿Crees que en eso consiste la “venganza” que he ido preparando todos estos años?
- ¿Venganza? ¿Por qué te rechacé en el colegio?¿Sabes a cuantos hombres he rechazado en mi vida? ¿Crees que todos ellos deberían venir aquí a atarme y desnudarme contra mi voluntad?
- Imagino que habrás rechazado a muchos hombres. Siempre has sido el centro de atención gracias a tu cuerpo y a esas faldas cortas que acostumbras a llevar. Pero dime Sol, de todos esos hombres a los que rechazaste...¿De cuantos te reíste en su cara?
Sol agachó la cabeza algo avergonzada. Verdaderamente sólo se había reído de un hombre en su vida. De aquel niño gordo, con gafas y feo que se había acercado a ella en el baile de fin de curso y había tenido la desfachatez de pedirla bailar con él. Ella y sus amigas habían estallado en carcajadas y habían gritado algo parecido a “vete a hablar con los de tu especie gordo sabelotodo”. Pero ahora Marcos no era nada feo. Al contrario, el chico era verdaderamente atractivo. Sol podía solucionar aquello.
- Esta bien. Discúlpame si te falte al respeto en aquella ocasión. Éramos jóvenes. Aún no éramos conscientes de lo que hacíamos y decíamos. En aquella época hicimos muchísimas locuras y tonterías. Quizás ahora que somos más adultos podrías soltarme y salir los dos juntos a cenar esta noche. ¿Qué te parece?
- Ja ja ja ja ja -Rió descaradamente Marcos - .¿Y a ti quien te ha dicho que yo quiera salir contigo ahora?
- Nadie. Pero si no es eso, ¿qué es lo que quieres?
- Humillarte. Eso es lo que quiero. Humillarte en tu vida actual como tú me humillaste en el colegio. Marcar tu vida de aquí en adelante. Eso es lo que quiero. Mira si eres despreciable que te traen un paquete a tu nombre y ni siquiera te levantaste de la silla a ver lo que era. Contaba con ello. Pero no te preocupes, ahora te lo enseñaré.
Se levantó de la silla en la que estaba observándola y se acercó a la caja. Con uno de los abrecartas de encima de la mesa de oficina de Sol abrió el paquete. Lo que sacó de él no le hizo ninguna gracia a Sol.
- ¿ Qué vas a hacer con eso? - dijo al ver que el joven sacaba un consolador de aquella caja de cartón.
- Violarte - Respondió él sin titubear -. Para ser más concretos sodomizarte. En un principio había pensado en directamente violarte sin usar juguetes pero me dio demasiado asco tener que tocarte. Así que he traído ayuda externa- -Sonrió con una sonrisa tan sarcástica que Sol por primera vez se asustó.
Aquel loco se disponía a penetrarla por el culo con un consolador de unos 18 cm de color negro brillante bastante más gordo en su base de lo que Sol se consideraba capaz de admitir por aquel agujero de su cuerpo. Pero Marcos se acercó a ella sin miramientos. Ella estaba atada en el suelo. Intentó ponerse en pie y entonces descubrió que estos también estaban atados. Intentó huir gateando. Una estupidez. Antes de que avanzara medio metro por el suelo reptando él ya la había agarrado del pelo y tiraba de ella hacia si.
- ¡Suéltame! ¡Estas loco! ¡Suéltame, hijo de puta!  -Él la tiraba de los pelos y le hacia daño. Tiró de ella casi llevándola a rastras por el suelo como hacían los antiguos primitivos con las mujeres en las cuevas - ¡Que me sueltes he dicho, maldito cabrón!
Pero él parecía no escucharla. Se limitó a acercarla a uno de los sillones de la oficina y a sentarse en él mientras con tirones del pelo la obligaba a tumbarse cerca de sus pies.
- Levanta el culo.
Sol no se movió del suelo.
- ¡He dicho que levantes el culo, zorra! -Sol no estaba dispuesta a obedecer pero el fuerte tirón de pelo que recibió casi la levanta entera del suelo. Cayo de rodillas sobre la alfombra de la oficina y su culo quedo expuesto.
Aquel chico la sujetaba fuertemente del pelo. Tanto que la obligaba a tener la cabeza levantada y la espalda arqueada. Mientras con aquella mano no dejaba de tirar del pelo hacía él con la otra empezó a apartar el hilo del tanga que cubría el culo de Sol. No tardó en dejarlo a un lado. Entonces Sol notó el frío plástico de aquel consolador sobre su piel. Apretó fuertemente sus nalgas.
- Abre el culo. No lo compliques o te haré más daño. Nadie va a venir a esta oficina a estas horas a rescatarte. Vas a tener que pasar por esto si o si. Cuanto menos difícil me lo pongas antes terminaremos. -Sol seguía con el culo firmemente apretado. El ardor de una nalgada le hizo gritar por primera vez. Aún así no aflojo sus nalgas. El segundo azote en su culo la hizo gritar de nuevo y esta vez si aflojo sus muslos.- Mucho mejor. Como ves no te va a servir de nada resistirte. Además estoy seguro de que no es la primera vez que te van a meter algo por el culo.
Y tenía razón. No era la primera vez que a Sol la iban a meter algo por el culo. Incluso alguna que otra vez uno de aquellos juguetes que Marcos iba a utilizar también los había usado ella. Pero aquella si era la primera vez que se lo iban a violar.
Volvió a sentir el frío tacto del plástico entre sus piernas. Por inercia volvió a apretar el culo. Esta vez Marcos solo tuvo que darla un tirón de pelos para que volviera a aflojar. El consolador se abrió paso por la raja de su culo y no tardó en encontrar el agujero que quería profanar.
“Es imposible que entre en mi culo así” “No estoy nada dilatada” “No va a entrar” pensaba Sol mientras la punta negra de aquel juguete oprimía la entrada de su culo y golpeaba una y otra vez contra él.
Se sentía humillada allí de rodillas en el suelo. Con el culo levantado y en ropa interior. Con aquel hombre al que había rechazado en el colegio intentando violarla por el culo con un consolador. Alguna vez había estado en la misma postura con alguno de sus amantes y la situación le había resultado de lo más morbosa pero ahora en la oficina se sentía humillada. Afortunadamente aquel chico tendría que desistir en su intento cuando comprobara que era incapaz de violarla de aquella manera.
Segura de la imposibilidad del acto Sol se relajó un poco más inconscientemente. Dejó caer el peso de su cuerpo sobre sus brazos e involuntariamente alzó un  poco más su culo. Aquel gesto involuntario fue su fin.
El consolador aprovechó aquel mínimo relajo para iniciar la aventura dentro de su culo. Sólo un par de centímetros de él alcanzaron su objetivo antes de que Sol se diera cuenta de su error e intentara de nuevo incorporarse. Pero lo más difícil ya estaba hecho. El consolador, empujado con fuerza por Marcos fue ganando terreno dentro de su esfinter. Para cuando se puso a gritar ya tenía más de la mitad dentro.
- ¡Para! ¡Para, por favor! -Gritaba mientras sentía como aquella polla de plástico iba ganando terreno dentro de su culo -¡Para, me vas a destrozar!
Pero Marcos no la hizo ningún caso. Un último y fuerte empujón metió entero aquel consolador en su culo. Un grito de dolor brotó de los labios de Sol mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla. Sentía su culo arder. El dolor aumentó cuando Marcos empezó a follarla con él moviendo sin ningún reparo aquel aparato de dentro a afuera de su culo. Sol no podía parar de gritar. Aquel bestia iba a destrozarla por dentro. Si no quería que aquel animal le hiciera daño de verdad tendría que colaborar. Intentar dilatar su culo al máximo y dejar que se lo follaran.
Resignada dejo caer su peso hacia adelante y puso su culo en pompa. Cerró los ojos e intentó recordar las veces que sus amantes le habían provocado placer penetrándola desde atrás. Sobre todo se acordó de su primera vez, cuando su primer novio le había desvirgado por aquel agujero trasero y había sido dulce, cariñoso y muy sensible con ella. Primero se lo había lamido con esmero, luego se lo había untado en vaselina y fue abriéndose paso con los dedos hasta asegurarse de que ella estuviera bien dilatada. Luego le había ido penetrando despacio hasta tener toda su polla dentro de ella...Sol había disfrutado enormemente de aquel polvo y por eso intentaba recordarlo en aquella situación.
Poco a poco su culo se fue adaptando a ser sodomizado. Se fue dilatando y el consolador ya no le hacía tanto daño. Su frío tacto de plástico fue entrando en calor al roce con sus entrañas y a Sol le resultaba menos difícil compararlo con la polla de su primer novio. Finalmente el dolor desapareció del todo y por primera vez sintió placer al punto que sintió como se humedecía y su tanga se mojaba. Un gemido de placer ahogado se escapó de sus labios.
Con el ritmo acompasado de las penetraciones su placer fue aumentando y no tardó en empaparse y gemir con fuerza. En ese momento Marcos le arrancó el consolador de sus entrañas. Su culo sonó como una botella de champan al ser descorchada.
“ ¿Por qué para ahora?” Pensó Sol antes de oír a Marcos a su espalda gritar.
- ¡Serás zorra! Esto lo hago para humillarte, no para que lo disfrutes pedazo de puta.
Sol se revolvió rabiosa. Si algo había que le jodiera era que la dejaran a medias de un orgasmo.
- No me seas maricón. Estás deseando dejarte de juguetitos con pollas de plástico y meterme toda tu polla entera hasta el fondo. Se te ve el bulto desde aquí pedazo de cabrón. Así que no me seas hijo de puta y fóllame hasta que me corra.
Marcos se sintió por un momento avergonzado. Era verdad que observando aquel culo ofrecido, obligándole a dilatarse, violándolo se había excitado y tenía su pene erecto deseando salir de los pantalones. No lo podía negar, aún le ponía cachondo Sol, como cuando en su adolescencia se hizo sus primeras pajas pensando en ella. Ahora la tenía allí, ofrecida, excitada, empapada en flujos y gimiendo, pidiendo ser follada. Era como en sus fantasías de adolescente. En algo tenía razón ella...deseaba follarla.
Pero deseaba aún más humillarla.
Marcos se puso en pie. Se bajo los pantalones y los bóxer. Si algo le quedaba del gordo que era en la juventud era el grosor de su polla. Sol al verla no pudo evitar relamerse. Estaba segura de que Marcos al fin iba a ceder y a poseerla con aquel miembro bien armado. Pero se equivoco. En su lugar Marcos se limitó a masturbarse.
- ¿Qué haces? ¿Por qué no me follas?
- En algo te tengo que dar la razón. Me has puesto cachondo. Pero como te dije al principio estoy aquí con la única intención de humillarte. Primero quise violarte y hacerte sufrir, pero tú en cambio lo disfrutaste. Ahora se que tengo una manera mejor de humillarte y es no dándote lo que me pides...quieres que te folle. Pues no lo haré. Me limitare a masturbarme delante tuyo.
Y Marcos siguió meneándose la polla frente a ella. Sol le miraba desde el suelo. El culo aún le ardía y podía sentir los flujos calientes resbalando por sus muslos. No podía quitar ojo de aquel miembro erecto que Marcos no dejaba de menear y que tanto le apetecía sentir dentro. Atada de pies y manos como estaba le resultaba imposible hacer lo que más le apetecía hacer en aquel momento. Masturbarse con sus propios dedos. Excitada como una perra en celo se limitó a contonear su cuerpo contra la alfombra de la oficina intentando encontrar la manera de rozar su coño para provocarse placer. Apenas si conseguía que la alfombra la rozara pero era todo lo que podía conseguir para acercarse al orgasmo.
Cuanto más se movía en el suelo Marcos más fuerte se masturbaba viéndola “sufrir” podía verle oírle gemir con la cara desencajada de placer, podía ver su miembro empalmarse y apuntar hacia los cielos, podía notar el calor que desprendía y se excitaba al ver las venas marcadas y el capullo rojizo que asomaba acercándose al orgasmo.
Sol no aguantó más y suplicó.
- Fóllame...por dios...fóllame...
- No. -Dijo entre gemidos Marcos.
- Esta bien...esta bien...al menos córrete en mi boca. Déjame que me lo trague..por favor...déjame que me lo trague...lo necesito…¡¡CÓRRETE EN MI BOCA!!
Marcos se acercó a ella. Apuntó con su miembro erecto a su cara y siguió masturbándose. Sol abrió la boca esperando deseosa la leche caliente que estaba a punto de brotar como lava hirviendo. Cuando vio que Marcos tiraba la cabeza hacia atrás y gritaba próximo al orgasmo cerró los ojos esperando aquel regalo en forma de leche. Marcos siguió chillando de placer, en éxtasis. Pero Sol no sintió nada en la cara. En un primer momento quedó desconcertada. “No se habrá corrido aún” Y siguió con la boca abierta esperando su regalo. Pero este no llegó.
Confusa abrió los ojos. Marcos no estaba frente a ella. Se había apartado ligeramente y apuntaba hacía su escritorio.
- ¿Que haces? -Preguntó por última vez Sol.
Marcos no le respondió en un primer momento. La levantó del suelo. La sentó en una silla y la dejó atada de pies y manos frente a la mesa de su despacho. Sobre ella Sol pudo ver un cenicero. Dentro de él estaba la corrida de Marcos. Un semen blanco que ocupaba todo el fondo del cenicero.
- ¿No querías mi leche? Ahí la tienes. Ya son las seis de la mañana. No tardara en llegar la gente a la oficina. Dejo las llaves de las esposas en recepción.
Y sin decir nada más se fue dejando a Sol desnuda y humillada sobre su silla.
Dos horas más tarde llegó la recepcionista y la encontró sentada en la silla con la cabeza apoyada en la mesa. Gritó sorprendida e inmediatamente corrió en su auxilio. Ella le explicó donde estaban las llaves y pidió que la soltaran antes de que llegaran todos los compañeros de la oficina. La recepcionista corrió como alma que lleva el diablo y la libero.
- ¿Esta usted bien señorita Sol? - Le preguntó la recepcionista asustada.
- Si. estoy bien. No te preocupes. Necesito ir al lavabo. No diga a nadie lo que ha visto aquí. Se lo ruego.
La recepcionista asintió con la cabeza. Sol fue al lavabo a limpiarse la cara. Sobre la mesa de su escritorio estaban unas notas y un cenicero completamente vacío.....

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