Hoy es mi cumpleaños así que he ido a comer a casa de mis padres. Después de comer con ellos me he arreglado para salir. Toca el resto de la celebración con mis amigas aprovechando que es Viernes por la noche.
Me he puesto un vestido negro que enseña mas por abajo, pese a sus tirantes y su escote, que por arriba, ya que termina por encima de mi rodilla izquierda y baja hasta mi pie izquierdo, y unos zapatos de tacón que me hacen todavía más alta. Me gusta ponerme tacones cuando salgo de fiesta porque estilizan mas mis piernas y hacen lucir mi trasero pese a que mi metro setenta ya destaca por encima de todas mis amigas sin necesidad de ponérmelos. Me he soltado el pelo, en mi trabajo suelo llevarlo siempre en coleta o recogido, y me he maquillado mas de lo que suelo hacer entre semana. Cuando el maquillaje hace su efecto mis ojos claros se vuelven mas grandes y mi mirada mas seductora. Sonrió al mirarme en el espejo y ver una imagen de mi mas atractiva y sexy que la que tengo entre semana. Me veo realmente guapa.
Me despido de mis padres y salgo a coger el ascensor. Aunque yo vivo en un piso bajo mis padres viven en un décimo piso y, salvo caso de extrema urgencia o necesidad, siempre bajo en el ascensor.
Cuando marco la planta baja tuerzo un poco el gesto al comprobar que también se enciende la luz de un piso intermedio. Desde que pusieron ese sistema de llamada en el ascensor es rara la vez que consigo bajar sola a la calle. Siempre hay alguien que llama al ascensor cuando yo estoy bajando.
El ascensor se detiene mientras yo espero pegada a la parte trasera del mismo dejando sitio para entrar a quien vaya a abrir la puerta.
Un chico, algo mas joven que yo, abre la puerta despistado y se sorprende al darse cuenta de que el ascensor no baja vacío. Cuando se da cuenta de mi aspecto se sorprende aún mas. Durante unos segundos se queda inmóvil y, después de que sus ojos me miren de arriba abajo, consigue balbucear un buenas noches.
- Buenas noches- Le respondo y se apoya en la otra pared del ascensor y mira hacia los botones que indican en que piso estamos. Me sonrió al descubrirle mirando dos veces, disimuladamente, hacia donde termina mi vestido mientras el ascensor reinicia su descenso. Doblo un poco mi rodilla derecha intencionadamente para que la abertura del vestido deje ver un poco más de mi pierna. Surte efecto porque su tercera miradita se alarga más que las dos primeras.
Me divierte provocarle un poco, el chico es mono y me divierte ponerle nervioso .Para algo me he vestido para sentirme deseada.
Estoy entretenida observando a mi vecino cuando, de pronto, la luz se va y el ascensor se detiene bruscamente. Son muchos años los que he vivido en ese edificio y no es la primera vez que me quedo encerrada en el ascensor así que me lo tomo con calma. No así mi nervioso acompañante que se lanza nervioso a pulsar el botón de alarma. Se pone mas nervioso cuando ve que tampoco funciona.
- No te preocupes, como dice mi compañero de trabajo, cuando no hay botón de alarma… pensemos en el sexo ja ja ja.
- ¿Cómo? - Me responde mientras me devuelve una mirada de sorpresa y nervios que dista mucho a las que me lanzaba segundos antes.
- Nada, perdona, es una frase de un compañero de trabajo. Es lo que tiene trabajar rodeada de hombres, que una se termina volviendo un poco camionera. Tranquilízate. Voy a llamar a los del ascensor y no tardarán en venir a sacarnos.
Llamo por teléfono y los del servicio de averías me dicen que ha sido un apagón general y que no es la única llamada que han recibido. Que tardarán, al menos una hora en venir a sacarnos. A mi vecino no le hace ninguna gracia tener que quedarse una hora encerrado por la mueca de miedo que se le pone cuando le digo lo que me han dicho por teléfono.
- Tranquilízate. Pasará mas rápido de lo que te esperas. Podemos charlar un rato. No parece muy interesado en hablar y a mi me apetece quitarle esos nervios de miedo y que vuelva a sentir esos nervios que le provocaba bajar conmigo en el ascensor. Ya que tengo que estar allí una hora quiero seguir sintiéndome deseada. - La verdad es que la frase de mi compañero me ha recordado que de adolescente, cuando vivía aquí, tenía la fantasía de quedarme encerrada en el ascensor con algún vecino. Solía tenerla recurrentemente. - Creo que capto su atención porque deja de moverse nervioso por el pequeño habitáculo pero tengo que asestarle el golpe definitivo a su atención si no quiero perderle otra vez en un mar de nervios. Decido darle una información que lo descoloque por completo.- La de veces que me masturbe pensando en eso.
Me mira con los ojos muy abiertos y mi información se le mete en el cerebro. Empieza a analizar mi frase y, cuando procesa lo que ha oído, agacha la cabeza sonrojado. Sospecho que me está imaginando haciendo eso que le he dicho porque se le ve inquieto. Vuelvo a ser el motivo principal de sus nervios y eso me gusta.
- No me digas que te sorprende. Todas y todos hacemos esas cosas, sobre todo en esa etapa de nuestra vida en la que tenemos las hormonas revolucionadas. Seguro que tú también tenías alguna fantasía recurrente con la que te masturbabas a menudo.
El tono rojo de su cara destaca incluso con la tenue luz de emergencia que nos ilumina dentro del ascensor. Me esta resultado muy divertido descolocarlo de esa manera. Incluso empiezo a notarle incomodo a la altura de los pantalones. Parece que se empieza a sentir apretado ahí dentro. Decido aprovecharme de la situación y ataco más descaradamente.
- Ahora que lo pienso. Tú y yo somos vecinos desde que éramos pequeños y hemos coincidido también mucho durante la adolescencia. ¿Alguna vez fantaseaste, por aquel entonces, conmigo?
La reacción es la esperada. Se sonroja hasta el extremo, agacha la cabeza hasta que la barbilla choca contra su pecho, mira al suelo y, lo mas interesante del todo, su pantalón se deforma. Disfruto de sentirme deseada en ese momento.
- Si, alguna que otra vez fuiste mi fantasía en la adolescencia.. - Su respuesta me llega en forma de un hilo de voz susurrante e inesperado.
- ¿Qué?
- Que si, que durante mi adolescencia mas de una vez fantasee contigo. - Me responde un poco más alto como si no le hubiera oído la primera vez.. Me sorprende tanto su respuesta como mi reacción ante la misma. Ahora soy yo la que, de pronto, siente un cosquilleo entre las piernas. Un cosquilleo y una curiosidad morbosa.
- ¿Qué tipo de fantasía? ¿Cómo eran?- Tarda unos segundos en responder.
- Fantaseaba con subir a tu casa por cualquier motivo insustancial y que tu me recibías con la ropa de vestir de casa. Normalmente te imaginaba con una camiseta de esas de chico que a las chicas os llegan por las rodillas y yo me esforzaba por intentar descubrir si debajo de esa camiseta llevabas ropa interior o no.
A medida que me va contando su fantasía su voz suena mas convincente, como si la narración le fuera dando seguridad en lo que estaba contando y quitando la vergüenza. A su vez aumenta mi curiosidad.
- ¿Y lo conseguías?
- Era mi fantasía, ¿Tú qué crees?- Por primera vez levanta ligeramente la mirada y me mira con una medio sonrisa en su sonrojada cara. En ese momento me siento humedecer.
- ¿Y cómo lo conseguías?
- Pues dependía del día y de la situación. Unas veces eras tú la que me invitaba a entrar y la que intentabas seducirme; otras era yo el que se inventaba alguna excusa para entrar en tu casa y luego me las arreglaba para comprobarlo; y en las que tenía más prisa directamente me abalanzaba sobre ti según me abrías la puerta.
- ¿Y yo te dejaba?
- No siempre a la primera, pero como te he dicho era mi fantasía y siempre lo conseguía. Como imagino que tú siempre acababas liándote con tu chico del ascensor cuando fantaseabas con él.
- Ja ja ja. Tienes razón. Siempre lo conseguía.
- ¿Y tú?
- Y yo, ¿qué?
- ¿Alguna vez fantaseaste conmigo en tu adolescencia?
Ahora soy yo la que tarda unos largos segundos en responder. La verdad es que nunca había fantaseado con aquel chico pero ahora me sentía húmeda, deseosa y morbosamente interesada en aquel bulto que deformaba su pantalón. Estaba excitada, al fin y al cabo era verdad que mi fantasía adolescente era dentro de un ascensor.
- La verdad es que no… hasta ahora. Le digo mientras me acerco a él lentamente. Él levanta la mirada por primera vez al sentirme mas cerca. Tiene un brillo de deseo en sus ojos y su boca queda justo a la altura de la mía. Sin pensármelo dos veces lo beso y coloco mi mano derecha en aquel bulto que tanto llama mi atención.
El no duda en corresponder mi beso y en colocar sus manos a la altura de mi culo y acercarme mas hacia él hasta que quedamos pegados.
Estrechar el bulto de su pantalón entre mis dedos hace que me humedezca aún más y que aumente mi deseo. Además el chico besa muy bien aunque es algo mas torpe y rudo usando sus manos en mi trasero.
Cuando su lengua y la mía se entrelazan dentro de mi boca ya me apetece muchísimo descubrir que hay por debajo de aquel pantalón.
- ¿En tus fantasías solía llevar ropa interior? - Le susurro al oído mientras beso su cuello.
- Normalmente no. - Me responde entre suaves jadeos.
- Hoy si la llevo. Y la tengo empapada. -Le confieso mientras mis manos empiezan a desabrochar sus pantalones.
Me deja hacer y mis manos, mas hábiles que las suyas, no tardan en hacer caer su pantalón al suelo. Lleva unos boxer negros descaradamente deformados por su sexo latente. Mi instinto mas primario me hace relamerme del gusto.
Me arrodillo frente a él y, levantando la mirada para mirarle a los ojos, me deshago de los boxer. Su miembro queda erecto frente a mi cara. Se muestra altivo y reluce. La sangre empujada por los latidos de su corazón desbocado hace que se le marquen las venas por todo su sexo.
Deseosa la recorro desde la base hasta la cima. Desde el ligero sabor salado de la zona cercana a sus huevos hasta el sabor dulzón de las primeras gotas de flujo que escapan de su capullo. Llevada por la excitación no tardo en metérmela en la boca y succionarla.
No tarda en empezar a jadear y siento como su sexo se tensa en mi boca. Su respiración se acelera y disfruto de cada contracción de su polla entre mis labios. Aumento el ritmo de mi boca mientras él no deja de acariciarme el pelo. Su respiración se entrecorta y no va a tardar en correrse. Me preparo para recibir su chorro de semen directamente en mi garganta. No quiero estropear del todo mi maquillaje y que manche mi vestido. Además tanto calor me está provocando muchísima sed.
Unos últimos roces de mi lengua en la cima de su sexo y me deleita con un denso y abundante chorro de placer que inunda mi boca mientras le tiemblan las piernas y se sujeta en mis hombros para no perder el equilibrio.
Todavía estoy relamiendo su semen de mis labios cuando me levanta del suelo agarrándome por las axilas y empieza a besarme en el cuello con una pasión que me arranca mis primeros suspiros. Me da la vuelta y se coloca tras de mi encerrándome entre su cuerpo y la pared del ascensor. Siento su aliento y sus labios en mi cuello y en mi oreja, sus manos sobre mis pechos estrujándolos firmemente y su sexo pegado a mis nalgas. Sus besos me siguen arrancando suspiros, sus manos hacen endurecerse a mis pechos y notar como su sexo vuelve a crecer poco a poco pegado a mi espalda me hacen terminar cachonda y empadada, deseosa de ser poseída allí mismo. Es igual que en las fantasías que tenía de adolescente y que me hacían masturbarme a escondidas en mi cuarto.
- Fóllame…- Jadeo entrecortadamente.
Sus manos abandonan mis pechos, que quedar erguidos, y me suben el vestido hasta recogerlo en mi cintura. Después, con las dos manos, me quita, mas bien me arranca mis bragas, que quedan tiradas en mis tobillos. Levanto los piernas para deshacerme de ellas y así poder separar mis piernas.
Ahora noto su sexo directamente en mi piel. Esta duro, ardiendo, y nuevamente firme y dispuesto a complacer mis deseos. Lo empujo hacia atrás con mi culo para hacerme un hueco entre él y la pared y ofrecerme mejor a aquella polla que me muero por sentir dentro.
-Fóllame…- Vuelvo a repetirle al notar que ahora, sin mis bragas que retengan mis deseos, los flujos de mi sexo resbalan por mis muslos. Afortunada e irremediablemente, me obedece.
Lentamente siento como su sexo se apodera de mi. Lo siento entrar con un ardor que supera al de mi propio sexo y a cada centímetro que gana dentro de mí mi boca se abre y jadeo.
Sus manos vuelven a mis pechos, su boca regresa a besar mi cuello y su polla entra y sale de mi a un ritmo cada vez mas alto. Es tal y como me lo imaginaba en mis fantasías adolescentes y el placer que siento es mucho mas intenso que el que mis dedos me proporcionaban cuando los introducía de dos en dos, incluso de tres en tres dentro de mi coño para masturbarme. Si mis dedos conseguían siempre llevarme al orgasmo cuando fantaseaba, aquella polla estaba a punto de arrancarme uno de los más intensos placeres de mi vida.
Siento como desde mis labios abiertos, como desde mi besado cuello, desde la erección de mis pezones manoseados, desde todos los puntos de placer de mi cuerpo, nacen ondas de placer que se van concentrando a la altura de mi sexo acumulándose hasta que una envestida definitiva de su polla las hace estallar en mis pedazos y me corro. Me corro con una intensidad que me hace flaquear las piernas y quedar ensartada en aquel miembro que aún late dentro de mi.
Tardo unos segundos en recuperar la movilidad en mis piernas y me cuesta unos segundos mas recuperar el aliento. Aún no lo he recuperado del todo cuando oigo golpes en la puerta del ascensor.
- ¿Están ustedes bien?
- Si..- Respondo con una voz que sale de mi boca casi con un último suspiro de placer.
- Enseguida les sacamos de ahí no se preocupen.
Los chicos de mantenimiento tardan en abrir la puerta del ascensor un poco mas de lo que tardamos mi vecino y yo en recomponer nuestra vestimenta. Después salimos del ascensor y, dándoles las gracias, nos vamos cada uno por nuestro lado. Yo a la fiesta con mis amigas a la que ya llego tarde y él a encontrarse con sus amigos
Estoy a punto de llegar al metro que tengo que coger cuando una ráfaga de aire me hace descubrir que no llevo toda la ropa con la que salí de casa. Sonrío.
Espero que le sirvan para recuperar sus fantasías adolescentes con su vecina.

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